Imantados por la fuerza magnética proviniente de ser polos claramente opuestos, sobrellevan como buenamente pueden tan siamésica coyuntura.
Al principio, todo fue como la seda.
Uno y uno eran dos.
Parecía algo irrefutable, ajeno a cuestionamiento alguno.
Los problemas comenzaron cuando, sin previo aviso, un día de invierno, en mitad de una tormenta, se produjo la fusión.
Relaciones difíciles en fusión, ¡qué bueno, Cronopio!
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