Tocar el cielo con la yema de los dedos mientras apenas rozo tu pelo.
Volar por las cercanías del infinito mientras nos recorremos sin apenas vernos.
Aprender a construir un presente poliédrico mientras tus manos se acercan a mi cuerpo.
Mezclar y amasar la rutina imperfecta con la perfección que nace de la ilusión ciega, mientras me susurras al oído.
Jugar al juego de reconocernos en el espejo mientras nos movemos al son que nos marca la luna desde su aposento de fuego.
Hallar el equilibrio en la cuerda floja del deseo mientras miramos juntos a través de tus ojos, de los míos, de los tuyos, de los míos... danzando en un ciclo acompasado de mirares compartidos.
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