Guardo tus risas, tus abrazos, y todas tus primeras veces en una cajita inventada, pintada en el aire con alegres colores.
En una ceremonia a la que no invito a nadie, prometo abrirla cada noche, antes de que el sueño me venza, para dejar que me acaricie y me mezca esa hermosa colección de instantes.
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