A la menor ocasión, sacaba a pasear penas y desvelos, y, aireando sus sombras por las aceras, hacía partícipe de sus sueños truncados a quién le quisiera escuchar.
A su manera, era un superviviente, sólo que eligió malvender su desventura antes de librar un cruento combate contra el verdadero e inefable dolor.
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